Apuntes sobre la escuela de Frankfurt

(Por: Ramón Reyes)

Se puede decir que si hay una corriente de investigación mal interpretada y tergiversada, ésta ha sido la Escuela de Frankfurt en cuanto Teoría Crítica. De aquí, que se hayan divulgado opiniones que presentan una serie de tópicos convertidos en lugares comunes de determinados análisis. Entre algunos de estos tópicos trataremos los más frecuentes y difundidos: elitismo, pesimismo, academicismo, «teologicismo» y , por último, la incapacidad de sintetizar a Marx con Freud. Estos tópicos, entre otros, deambulan por textos, manuales y libros especializados pasando a ser, ya casi, un complemento de la Escuela. Pues bien, a continuación haremos una breve referencia a estos juicios que han surgido unas veces por lecturas improvisadas y, otras, por intenciones no muy coherentes con la reflexión teórica.

De todas estas ideas manidas es, quizá, el elitismo el que mayor extensión ha tenido. Como «elitismo» se ha expuesto la perspectiva crítica a partir de una extraña contraposición entre teoría y sentido común. La dificultad lógica de la lectura filosófica se ha extrapolado al propio pensamiento expuesto con lo que se ha dado una profunda confusión entre temas, método y planteamiento. De este modo, la crítica a la Cultura de Masas, en cuanto proceso de destrucción intelectual de las poblaciones de las sociedades de consumo, se ha juzgado como actitud de «desprecio» a la misma sociedad. Aspecto éste tan contrario a las intenciones y propósitos de la Escuela que siempre hizo suyo -y vitalmente lo demostró- el proyecto ilustrado. Sin embargo, este tópico sigue gravitando sobre obras como las de Horkheimer y Adorno como calificativo que soslaya sus contribuciones esenciales al estudio del autoritarismo, la pseudocultura o un tema tan cotidiano como es el de la extensión de la irracionalidad social a través del horóscopo, la adivinación, etc., en los mensajes comunicativos y que son parte esencial de las nuevas «supersticiones secundarias».

Unido a este tópico está el de pesimismo. A la Escuela se la tilda de apocalíptica y desilusionada. Se le achaca el no dar «soluciones» con lo que se asigna una imagen de teoría cerrada sobre sí misma. De nuevo, y al igual que con el elitismo, se descalifica el significado de la dialéctica negativa bajo una interpretación que resalta el concepto de lo «negativo» en su uso vulgar. Es el viejo recurso de rebajar y reducir los conceptos y análisis para así rebatir más fácilmente los argumentos. Y con el procedimiento de tachar de «pesimistas» se apela, a la vez, a un positivismo también rebajado que se defiende como útil y verdadero.

La suma de elitismo y de pesimismo conduce al pretexto de academicismo, paradójicamente presentando el término de «académico» como peyorativo, sin recordar que académico proviene de la platónica y libre Academía clásica. Se censura a los teóricos críticos de «profesores», como si ello fuese el peor de los insultos. De modo que la complejidad se iguala a pedantería. Y la dificultad intelectual se equipara a arrogancia. En consecuencia, se desprecia el trabajo y el rigor teórico bajo la etiqueta de pesadez y tediosidad, poniendo como ejemplos a seguir el ensayismo trivial que tanto daño hace a la Filosofía y a la Ciencia Social.

De lo anterior no es extraño, entonces, que se conceptualice a la Teoría Crítica como «teologicismo», y entiéndase que no decimos Teología en el profundo sentido de esta área del saber; es decir, la abstracción se considera abstrusa y se reclaman metodologías cuantitativas y empíricas en un sociologismo que poco tiene que ver con la sistematicidad y objetividad del conocimiento experimental austero y conciso. Precisamente, el estudio frankfurtiano sobre la razón instrumental avisaba sobre el desprecio hacia áreas y procedimientos intelectuales que contenían importantes núcleos conceptuales sobre procesos de liberación y búsqueda de aperturas a lo que, éticamente, se ha denominado como el «deber ser» frente al «es».

En esta relación de tópicos no podía faltar, finalmente, uno de los que intenta desautorizar a la Escuela desde la Epistemología. Para ello, se recurre al desprestigio de las obras de Marx y de Freud. El Positivismo lógico y, sobre todo Karl Popper, pusieron los fundamentos de este modo de actuación. Así, se repite que la síntesis Marx-Freud resultó imposible en su armonización crítica. De aquí que se omitan, de nuevo, las investigaciones sobre consumo y Sociedad de Masas, cultura y comunicación, el replanteamiento de la cotidianidad unidimensional y, de una forma especial,la creación de la escala «F» de fascismo y la aplicación de métodos estadísticos en la temática de la personalidad autoritaria -base del Nazismo y de su continuidad posterior-, la reproducción del autoritarismo en la familia y el funcionamiento de la conducta y metapsicología de las Masas dirigidas. En consecuencia, desde el asalto a los ejes conceptuales y temáticos dialécticos y psicoanalíticos se emprende la anulación de la Teoría Crítica presentada como carente de objetividad. En estas condiciones, la pregunta es la de por qué se toma tanto esfuerzo en desprestigiar a una Teoría que se presenta como descabellada. Precisamente, el ingente afán por descalificar el análisis de la Escuela de Frankfurt confirma la penetrante capacidad de la Teoría Crítica para continuar en su proyecto ilustrado y clásico de proseguir reafirmando la aclaración racional de la realidad.

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http://www.boulesis.com/especial/escueladefrankfurt/historia/
http://www.archivochile.com/Ideas_Autores/html/ideas_autores_esc_frankf.html

La escuela de Frankfurt, la importancia del pensamiento crítico

Max Horkheimer, Theodor W. Adorno, J. Habermas, y Herbert Marcuse

A lo largo del curso hemos visto las distintas corrientes de pensamiento que han tratado de entender lo que significa pensar y además cómo el pensar no debe estar relegado simplemente a una actividad superficial, sino que debe tomar un papel importante en la sociedad, al grado de modificar y proponer una orientación racional en las actividades que se llevan a cabo diariamente en la sociedad. Esto por medio de un mejor entendimiento de las razones que motivan las acciones que llevamos a cabo, y entendiendo los elementos que, actualmente y de manera más bien utilitaria, están determinando el accionar de la sociedad. Tal es el caso de la industria cultural y los productos mediáticos diseñados para la continuidad y no para el diseño de una mejor convivencia.

Sólo por medio del conocimiento de los factores que impulsan a las personas a tomar las decisiones en sus vidas, y también por medio de los mecanismos que medien entre todos los miembros de una comunidad, será posible diseñar una mejor sociedad: una convivencia más equitativa en donde los miembros de la comunidad puedan vivir mejor y desarrollarse lo mejor posible de acuerdo a sus deseos y ambiciones personales.

Y además, lograr de alguna manera, detener la depredación en que vivimos, la cual genera en las personas una carga adicional de estrés y profunda infelicidad por el simple movimiento de la cotidianeidad. Por esta razón, pensadores como Heidegger, Horkheimer, Adorno, y muchos otros, consideraron importante primero delimitar que, en cada uno de los casos de forma distinta, que era pensar, su importancia y su impacto, pero además la dosis racional que interviene en ese proceso y el porque, según cada uno de estos filósofos consideraba, preponderante para el desarrollo de la convivencia social, el pensamiento colectivo y el desarrollo de la propia individualidad.

Por lo anterior, hay que tomar en cuenta lo siguiente: si bien es cierto cada uno de estos filósofos al final caen en problemas lógicos, dado que hablar de una manera tan práctica sobre la razón, desde Heidegger hasta Adorno, todos tienden o tendrían que tender hacia la creación de una ética, que en algunos casos no se desarrolla nunca, pero en otros casos simplemente no puede tener el alcance que se desea, puesto que es demasiado complejo hacer una generalización de los patrones universales bajo los cuales debe desarrollarse o llevarse a cabo todo el actuar de una civilización, sociedad o comunidad en un punto determinado de la historia.

Teniendo en cuenta lo anterior, presentaré algunos fragmentos de los textos de estos filósofos que ilustran con mayor claridad la tesis que propongo y que además nos permiten darnos cuenta de cómo estos filósofos fueron aportando ideas, conceptos y razonamientos profundamente críticos sobre la sociedad que comenzaba a crecer basada en el sistema económico del capitalismo, y cómo existen planteamientos que eran vigentes entonces y que, sorprendentemente, siguen siendo vigentes hoy en día.

“…el aprender no se puede lograr a fuerza de regaños. Y sin embargo, en ocasiones uno tiene que alzar la voz mientras está enseñando. Hasta tiene que gritar y gritar, aun donde se trata de hacer aprender un asunto tan silencioso como es el pensar. Nietzsche que era uno de los hombres más silencioso y retraídos, sabía de esta necesidad. Sufrió el tormento de tener que gritar. En una década en que la opinión pública no sabía todavía nada de guerras mundiales, en que la fe en el “progreso” casi se estaba haciendo la religión de los pueblos y estado civilizados,”

No sólo la influencia de Nietzsche queda plasmada en la afirmación de Heidegger, sino también un reclamo a alzar la voz, a esclarecer un concepto con todo el peso que eso significa. Hablar de aprender es hablar de un mecanismo para la obtención y retención de diversos tipos de información, que indudablemente determinarán los contenidos y las acciones de las personas que tengan la capacidad de retenerlas. Este aprendizaje resulta indispensable para poder desarrollar cualquier cosa y aún sobrevivir a las adversidades del medio ambiente, y demuestra que existe una importancia preponderante en que el discurso logre una comunicación efectiva.

Pero también el reclamo a una sociedad que sin la madurez aún necesaria desdeña dicho aprendizaje, lo relega y lo obvia, cayendo en el riesgo de volverse indiferente ante la ignorancia. Claro queda que este reclamo proviene de ver a una sociedad adormilada, controlada por la propaganda política, el nacionalismo, y las verdades científicas tan cuestionables por los filósofos críticos, que nublan a todas luces el desarrollo de los seres humanos, individualmente y en su conjunto. Igualmente, al no haber una intención o si quiera una comprensión de las consecuencias de dicha situación, no hay un solo incentivo que invite a modificar dicho patrón de comportamiento.

Semejante consigna parece y es tan vigente hoy en día, cuando nuevos factores, como la industria cultural y todos sus contenidos en los medios de comunicación, evitan que las personas conozcan y cuestionen, que reflexionen y analicen las cosas de una forma crítica. Primero, porque no hay una formación propiamente establecida a nivel social sobre el pensamiento crítico, y segundo, porque no existen canales en donde las personas puedan mirar de manera objetiva los sucesos y las decisiones políticas que les afectan. Esta ignorancia y falta de crítica social mantienen una tensa paz en donde las cosas se comportan con cierto orden, más por la costumbre que por un pensamiento lógico.

“En el movimiento de la sociedad, el ascenso de unos suele estar compensado por la degradación de otros; la regulación central de la vida, la administración que planifica cada detalle, la llamada racionalidad estricta, aparecen como un compromiso histórico. Ya en el tiempo del nacionalismo resultaba claro que la conducción totalitaria no era fortuita sino un síntoma de la marcha de la sociedad. El perfeccionamiento de la técnica, la extensión de los medios de transporte y las comunicaciones, así como el incremento de la población, determinan una organización rígida. La oposición, por más esperada que sea, es arrastrada por ese mismo curso de las cosas que ella debería modificar. No obstante, expresar lo que se conoce y merced a ello ayudar quizás a evitar un nuevo terror, es algo que sigue siendo derecho del sujeto todavía viviente.”

Por un lado existe esta crítica a las personas que conformamos la sociedad, y que de manera consciente e inconsciente vamos configurando nuestra realidad, y además colaboramos en la construcción de la realidad colectiva, todos formamos parte y comenzamos a darle rasgos particulares al común denominador de una determinada comunidad, esto genera un valor y una convivencia necesariamente multifacética y rica en ideas y recursos, mismos que si no tienen una orientación a favorecer las necesidades de la mayoría, pronto se vuelven un lastre para el desarrollo de dicha comunidad y al tiempo se vuelven una carga, un peso incomodo que no permite el desarrollo individual de los miembros de dicha comunidad y termina arrastrando, además, la convivencia social a un caos de inconformidad y apatía de toda la comunidad. Esto aplica a nivel microsocial, como pueden ser los núcleos familiares más directos, hasta macrosocial, como países enteros en donde todas las personas están abrumadas por la presión social que ellos mismos se están imponiendo.

Por lo anterior, la consciencia de dicha construcción y la responsabilidad de tener el poder casi inmanente de crear, construir y delimitar los bordes estructurales y de pensamiento de una sociedad, hacen la diferencia entre una sociedad llevada por los impulsos y la resolución constante de la inmediatez, y una desarrollada, pensante, que busca la mejora constante, o al menos provee la paz necesaria para que exista una armonía suficiente, y todos los miembros de dicha comunidad puedan vivir lo mejor posible.

Ahora, no sólo los individuos en su individualidad van formando una gran consciencia y pensamiento colectivo, sino que también existen herramientas, instituciones y grupos que van dando cierta forma a las estructuras sociales, y como menciona Horkheimer: no es un hecho fortuito que estas tiendan a favorecer a ciertos grupos.

Obviamente para darle cierta legitimación a dicha parcialidad, estas instituciones refuerzan los elementos sociales que convienen a sus intereses, que permiten crear una generalización que suene congruente -y digo «suene», porque difícilmente se acerca realmente a algo que sea congruente-, para de esta forma ratificarse en la élite del poder. Aunque esto signifique hundir a las personas en la ignorancia, por lo menos, de dicho suceso en particular.

“5. De hecho, la ciencia de las décadas de la preguerra exhibe una serie de fallas, pero estas no residen en la exageración de la racionalidad sino en su estrechamiento, el cual se halla condicionado por la creciente solidificación de las relaciones sociales. La tarea de registrar hechos sin preocuparse por consideraciones extracientíficas, y de verificar las regularidades que existen entre ellos, había sido originalmente formuladas como una meta parcial del proceso de emancipación burguesa, que entraba en confrontación crítica con los obstáculos escolásticos que impedían la investigación.”

No obstante, algo que es una de las características más importantes de la escuela de Frankfurt y su pensamiento crítico, es la crítica al pensamiento científico, y en general, a la ciencia y su concepción. Dado que -sin llegar a descalificar por completo su utilidad- sí cuestiona de manera abierta y profunda, la serie de carencias que está presenta al dejar al pensamiento racional relegado a ser un mero instrumento de repetición.

La ciencia cumple importantes funciones en el desarrollo de una gran parte de las actividades en la modernidad, ha permitido generar procesos estructurados, que sirven para repetir fenómenos de las naturaleza y llevarlos a diversas áreas de la vida del hombre, para facilitar su interacción con el medio ambiente, la obtención y conservación de recursos de la naturaleza misma, y hasta generar cierta comodidad y simplicidad en procesos que de otra forma eran irrealizables, o que tomaban mucho tiempo de otra forma.

De esta forma la ciencia contribuye al desarrollo de las condiciones humanas por medio de la simplificación, sistematización y conocimiento estructurado de procesos que nos permiten concentrarnos en otras áreas y seguir desarrollándonos como individuos y como sociedad.

Lo que aquí se pone en duda, es ese valor de verdad absoluta que el positivismo y el pensamiento utilitario pretenden darle a la ciencia, dibujándola en el entendimiento colectivo como un hecho irrefutable y que además se tiene que entender por cierto y de facto, puesto que la ciencia lo está postulando. Por un lado esto es grave e incorrecto, primero, la ciencia trabaja bajo condiciones determinadas y bajo esquemas de repetición de sucesos, se genera un modelo y después se propone que ese modelo particular, debe aplicar para todos los casos individuales, es decir, al igual que la conceptualización, la ciencia toma un particular arbitrario y lo vuelve un universal. Si bien como describí, es útil, eso no lo hace verdadero.

«La ciencia necesita de quien no la ha obedecido, lo que para el espíritu de la ciencia es verdaderamente valioso es lo que ella difama, momento del idiotismo, al que consecuentemente la ciencia se condena y del que inconscientemente se avergüenza.»

Precisamente la observación de Adorno sobre el desobedecer a la ciencia responde a esa necesidad del pensamiento racional, ese entendimiento de lo que se está realizando por encima solamente de la repetición, queda claro pues que el valor real del pensamiento científico quedará siempre en función de la racionalidad que se le imprima para darle una función.

La crisis de nuestros tiempos en cuanto a consciencia social se refiere, radica principalmente en este silencio acuerdo tácito entre los conceptos existentes y las personas en general. Al no existir un contra peso con respecto a la producción de conceptos verdaderos y además, estos se respaldan en modelos particulares, que resultan ciertos únicamente en cierto número de casos, es seguro que al universalizarlos los resultados van a variar.

Es tonto pensar que es posible por medio de un solo caso particular, por más repeticiones que puedan realizarse de ese mismo caso, podemos deducir plenamente la verdad, cuando la más mínima variación puede resultar en conclusiones profundamente distintas.

Solamente por medio de alzar la voz y cuestionar lo que se ha dicho, sólo exigiendo una comprobación que a todas luces resalte la conveniencia de tomar tal o cual decisión, entonces podría llevarse a cabo, pero al no haber una crítica, al no entender si quiera lo que está sucediendo, cuando la mitad de la población está enajenada por culpa de la ignorancia y la otra mitad vive engañada por culpa de la información disponible que es parcial, corrupta y superficial, entonces el resultado es una sociedad políticamente estéril resignada a mirar por la ventana el destino que alguien más está eligiendo por ellos.

«Siempre que el pensar es verdaderamente productivo, creador, es también un reaccionar. La pasividad está en el corazón de lo activo, es un adecuarse del yo, al no-yo. Para ser siempre productivo, debe estar determinado por su cosa. Esa es su pasividad. Su esfuerzo coincide con su capacidad para aquella.»

Finalmente y lo más importante, desde mi percepción, más allá de las posibles interpretaciones personales de los lectores y de los filósofos mismos, entender el pensar como un reaccionar, como tomar acción sobre nuestra ideología de vida, pero además responsabilizarnos por los actos que hacemos y que se suman a la consciencia colectiva, nos permite modelar la sociedad que queremos. Si bien es cierto que es sólo el principio y además es necesario que todas las personas poco a poco se vayan haciendo conscientes, y además partícipes de esta transformación del entorno, del medio ambiente social y dejar de una vez de aceptar como dadas las condiciones en las que tenemos que desarrollarnos. Responder al llamado que nos exige nuestra propia moral y que no nos debería permitir en ningún momento, seguir actuando con pasividad y apatía sobre las cuestiones que ocurren en nuestro entorno, es nuestra responsabilidad y además nuestra oportunidad de acercarnos más al ideal de vida que cada uno persigue, y en esa realización individual es cuando estamos más abiertos a procurar la realización de todos los demás. Crecer de manera conjunta y ayudar, colaborar y recibir los beneficios de trabajar todos como una sociedad activa, fuerte, consciente y responsable.

La única forma de realmente de cobrar consciencia y tomar acción, es por medio del ejercicio activo de la crítica y del poder que tiene cada individuo de influenciar, de persuadir y de negociar para buscar mejores condiciones para sí mismo y para sus seres cercanos. Con responsabilidad, buen juicio y sobre todo con orientación a la colaboración y a la convivencia, es como el pensamiento crítico debe transformar la realidad de las personas y devolverles el poder que han perdido inmerso en la industria cultural, la política y el sistema económico.

Teoría Tradicional y Teoría Crítica de Horkheimer, Reporte de Lectura

El papel de la ciencia y la teoría en la época del autor, es profundamente analizado por Horkheimer en la sección titulada: Teoría Tradicional y Teoría Crítica, de su libro: Teoría Crítica. Primero explica que es la teoría, como es entendida en ese momento, y más adelante la cataloga como teoría tradicional, en este punto comienza a explicar la interacción que esta teoría tiene con la “praxis cotidiana” y como se permea dentro de la ciencia y la teoría, la realidad y la cotidianeidad de la vida de las personas, dado que estas teorías se formulan por personas que, profesionalmente son científicos, pero como individuos dentro de una sociedad, también son padres, hermanos, ciudadanos, partidarios de una posición política, etc.

Esta filtración que puede ser leve o profunda según las condiciones, son lo que el autor llama la teoría crítica, donde se entiende la teoría como una consecuencia no sólo del esfuerzo y del trabajo científico sino también de la interacción histórica de los seres humanos, las condiciones económicas y ambientales que rodeaban al momento en que dicha teoría fue edificada.
Así mismo, crítica a esta separación entre praxis y teoría, puesto que esta separación, primordialmente, es la que conduce a un sistema esclavista y de dominio sobre los mismos seres humanos, y según el autor, sólo por medio de la teoría crítica se puede racionalizar los procesos científicos en función de un desarrollo integral de todo el aparato social, y no sólo en busca de renovar las condiciones suficientes para repetir el modelo político social y económico de todos los estados una y otra vez.

Teoría Tradicional y la Ciencia

Según el autor la teoría es “La acumulación del saber en forma tal que este se vuelva utilizable para caracterizar los hechos de la manera más acabada posible” y está forma parte en la clasificación y entendimiento objetivo de todas las cosas sensibles que rodean a los seres humanos. Por medio de esta ciencia el hombre sigue cierto orden en la obtención de información y puede universalizar los conceptos, lo cual le permite a su vez generar premisas fundamentales y así, ir desarrollando ciencias especializadas en procesos particulares dentro de la actividad del planeta, de los seres humanos, y sus interacciones entre sí.

Esta “conducción ordenada” se basa en el método deductivo de obtención del conocimiento, lo cual, simplemente es una forma de obtención del conocimiento y no necesariamente arroja las mejores conclusiones en todos los casos. Según Husserl la teoría es “el sistema cerrado de proposiciones de una ciencia” y es un “encadenamiento sistemático de proposiciones bajo la forma de una deducción sistemáticamente unitaria” según Horkheimer.

Lo anterior significa en forma sencilla, que las teorías se han ido aproximando más a modelos matemáticos de sucesión de pasos, es decir a una construcción matemática. En el caso de las ciencias sociales, estas tratan más de investigar hechos y/o en principios que no necesariamente parten en sí de la teoría misma, sino de la experiencia presente o la inquietud de una situación que se lleva a cabo en un contexto determinado. Aún los empiristas por medio de otros métodos se acercan a diversos resultados y estudian distintos escenarios en busca del conocimiento.

Aunque el pensamiento empírico no actúa directamente bajo el esquema del método científico necesariamente, las construcciones sobre las cuales se determina el éxito o el fracaso, la corroboración de una hipótesis o su falta de validez, por medio de parámetros basados en la experiencia, en lo deseable, en lo que adecuado, y todo esto está a su vez determinado por la construcción mental del investigador, es decir, está carga cualitativa que le ayudará a pensar sobre su investigación, ya tiene su origen en bases que no necesariamente, por un lado, está consciente, y por el otro lado, sean absolutamente objetivas para conseguir el resultado menos parcial.

Sin embargo lo anterior, no implica un salto o una disyunción frente al concepto que los teóricos tienen acerca de la teoría, aunque los principios, así como las materias de estudio pueden variar, en realidad no hay una diferencia entre lo que el sociólogo, el matemático y el empirista entienden por teoría, según lo que plantea Horkheimer.

Es justo después de entender esta breve observación, así como entender el proceso empírico de desarrollo que empezamos a entender la carga que lleva la teoría en sí misma, dado que quien la produce tiene toda una carga moral, intelectual, social y ambiental que inevitablemente conduce a que juzgue como deseable alguna cosa sobre otra.

“Los progresos técnicos de la época burguesa, son inseparables de esta función de cultivo de la ciencia. Por una parte, mediante ella los hechos se vuelven fructíferos para el saber aplicable a la situación dada; por otra parte el saber del que se dispone es aplicado a los hechos”. (Horkheimer, pag. 228, 1937). Y afirma pues que la transformación de las estructuras científicas dependa de la situación social respectiva, es algo que se puede afirmar. En una primera instancia lo que el autor comienza a desenredar aquí, por medio de ejemplos más que con argumentaciones formales, es la inseparabilidad entre la aplicación de la teoría científica y la interacción social, pues esta no puede llevarse a cabo fuera del ámbito social, siempre que esta quiera ser aplicada y no simplemente probada.

Hasta este momento, según Horkheimer, la actividad científica es una actividad más, como el zapatero, o el herrero, el científico desempeña una labor y hasta ese punto no se había hecho consciencia sobre el impacto de la teoría en la vida cotidiana, no se considera, en congruencia con lo anterior, a la ciencia como un agente dentro de la sociedad y en la vida de las personas. Cuando en realidad debería no sólo ser entendido como parte integral de dichas investigaciones sino que la ciencia misma se va desarrollando en la praxis cotidiana por todas las personas, es la manera como todos van desarrollando diversas concepciones, técnicas y rasgos particulares, sin que necesariamente cada individuo desarrolle, formule y exponga una teoría en particular. Una ampliación de lo anterior se describe mejor en la frase: “La producción es la producción de la unidad, y la producción misma es el producto” (Horkheimer, pag. 232, 1937)

Es en este punto donde viene el desarrollo más completo sobre la distinción entre un tipo de teoría tradicional y crítica. Por medio del análisis de la historia de occidente podemos observar como el desarrollo de la sociedad misma se vió impulsado en gran medida por los desarrollos técnicos de la época, pero a su vez esto permeó en la filosofía y nacieron conceptos como la libertad, la igualdad y la autonomía, mismos que a su vez dieron paso a nuevos movimientos vanguardistas que no sólo proponían una corriente artístico filosófica, sino que buscábamos cambiar los esquemas actuales de realidad y sociedad. Y de esta manera se va desarrollando la historia y cada parte de la sociedad va a impulsando y diferente medida una tendencia y una materia prima para que se siga generando el presente y el futuro.

Un ejemplo de lo anterior se expresa en la siguiente frase: “Los científicos, en la medida en que no sólo lo piensan (la teoría) sino que son consecuentes con él, no pueden actuar con autonomía” (Horkheimer, pag. 261, 1937) Pues según la teoría crítica no sólo divide entre teoría crítica y tradicional, más bien explica porque, toda la teoría en realidad debería ser crítica, y que existe plena unidad entre ciencia y praxis. Y dado que los seres humanos no sólo basan su día a día en la técnica que aplican a proveerse de recursos sino que de ellos emanan las más diversas inquietudes, cuestionamientos, miedos y sueños, la teoría deberá entender que todas estas situaciones están marcando el rumbo de los descubrimientos y acercamientos científicos.

El pensamiento crítico fomenta este desentrañamiento y análisis de los conceptos más originarios dentro de toda teoría, entenderla a partir de los elementos desde los cuales fueron construidas, desde la orientación política de los científicos, quienes están patrocinando dichos estudios, el país que los está realizando y la teoría que se está proponiendo. Por medio del análisis crítico permite entender en mejor medida cuales son las implicaciones de ese pensamiento y permite delimitar su campo de acción y devolverle a la ciencia su carácter de herramienta en el entendimiento de la realidad así como la incorporación de técnicas utilizables para la obtención de beneficios en la actividad humana y en su relación con la naturaleza, y no como argumento último muy cercano al concepto cristiano de dios.

Un muy buen ejemplo y que el autor explica a lo largo de todo el texto, es la concepción capitalista y liberal de la economía, que gracias al desarrollo de una idea general, se lograron llevar a cabo un importante crecimiento en la producción de mercancías, tránsito y comercialización de bienes, de igual forma al desarrollo de una generación de riqueza inmensa y el control sobre gran parte de la tierra, los medios de producción y gran influencia política principalmente en occidente. Sin embargo bajo los parámetros de la teoría tradicional, no contempla todo lo que eso está afectando a la interacción entre las personas y las diversas necesidades que pueden originarse de dichas relaciones entre medios de producción, lo que invariablemente para cualquier persona humanamente consciente, salta a la vista la necesidad de replantear el entendimiento de ciertos conceptos que han sido aceptados como inamovibles, provocando así la repetición incesante de una cadena interminable de abusos contra los estratos más bajos dentro de una sociedad.
La teoría crítica, pretende no caer en este engaño de “conceptos inamovibles” en donde una piedra falazmente colocada ha servido para dar legitimación a un modelo de pensamiento claramente esclavista y controlador. Así mismo la integración entre todos los elementos tanto intelectuales como sociales, permite que haya una constante comunicación entre todas las diferentes materias que se estudian en el mundo y de esta manera formar conceptos mucho más complejos e integrales que busquen satisfacer las necesidades humanas tanto en un nivel intelectual como de aplicación.

Esto nos lleva a pensar profundamente en lo efímero de ciertos conceptos, y de la importancia de una constante revolución intelectual que permita desarrollar conceptos siempre más afines a las necesidades humanas del presente, puesto que es muy posible que la dinámica social rebase a la dinámica científica o de la teoría. Siguiendo esta lógica no me sorprende que hoy en día nuestra sociedad este regida en su gran mayoría, por praxis antiguas, por conceptos que no aplican a la interacción humana de nuestros días, y que, a falta de una corriente que rompa con aquellos paradigmas, se siguen repitiendo conductas injustas o no deseables o que simplemente resultan anticuadas en la modernidad.

Finalmente parafraseando al autor, entender al ser humano como un sistema cerrado limitado a las condiciones que la misma teoría la impone es limitar al hombre a volverse un instrumento o aparato determinado por condiciones fijas y determinadas, lo cual en sí, es renunciar a la esencia del pensar.

Si bien es cierto que es imprescindible tener bajo cualquier argumentación un esquema de información confiable, caer en la contradicción de detener ese concepto en el tiempo y dejar de indagar sobre su propia evolución es condenar al concepto a estancarse, perder valor en la realidad y además puede prestarse a una profunda manipulación dado que puede resultar beneficioso esa ambiguación conceptual. Sería inocente pensar que toda esta cuestión va mucho más allá de que el hombre “no se haya percatado” de la carga moral que se imprime en toda actividad científica simplemente es desenmascarar dicho proceso y dejar de dar por hecho que la ciencia por ser ciencia tiene siempre la razón.

No olvidar que esta ciencia se genera por seres humanos, con cargas morales, intelectuales, nacionalistas e interés económicos, que no pueden separarse de su actividad profesional. Es por medio de la compresión de esta unidad entre producción, proceso de producción y producto, que se puede entender que los tres elementos son la producción misma, el proceso completo de existir en el mundo es un resultado de todas las interacciones posibles e imposibles que se llevan a cabo y que invariablemente conducen al desarrollo de todo lo que vendrá en el futuro, sin embargo sólo por medio de la crítica a la teoría misma, podremos acercarnos a pensamientos más racionales y humanos.

Bibliografía

Teoría Crítica, Max Horkheimer. URL: http://es.scribd.com/doc/9000126/Max-Horkheimer-Teoria-critica