«Entiendo que no puedo suplicarle una vez más.» – Zoé
El tiempo pasa y pasa, y aquí seguimos. Mirando todos los días, sintiendo muchas emociones y cruzándonos con seres galácticos con super poderes.
Han sido ya muchos los días que han pasado en el sur del continente y más han sido las increibles experiencias que he podido recolectar.
Tengo pocas fotos, pero guardo en el corazón cosas imborrables. En realidad también se desvanecerán cuando mi corazón deje de latir, pero eso está bien. Mi gran lección de estos meses es que: En cuanro más quiera atesorar los mágicos momentos, más se vuelven estos pesadillas; que radica en el deseo de «atesorar» y «poseer» tan pronto aprendamos a amar profundamente a todo y a todos sin querer retenerlo, podemos alcanzar un estado de plenitud y abundancia.
Para mi vivir acá es un reto porque tengo todo lo que necesito y me enfrento todos los días a mi soledad, y recuerdo que es lo que deseo y que en este momento es voluntaria, pero un día será la única opción. Eso me hace preguntarme sino debería volver a los brazos de mi familia por el tiempo que pueda.
En fin, estoy contento. Juego el futbol casi todos los días, salgo con amigos y conozco muchas personas interesantes, a la gente le llama la atención mi acento y colecciono miradas curiosas que vienen de muchos lugares. Me hacen sentir especial.
Sobre lo que viene es dificil definirlo en términos de en dónde voy a estar. Tengo claros los proyectos que voy a plasmar en estas bellas tierras del sur, pero sobre lo demás todo es más bien incierto. Ya alguna vez me encontré lejos de casa deseando volver, y ahora que no tengo casa, más que mi hogar en Argentina me preguntó, ¿A dónde es que puedo volver?
La última frontera que debo cruzar es la que está adentro de mi, y la que me lleva a mi fuego interno, a mi alma inmortal, y por ahora esa es la única frontera que me interesa cruzar.