Amigo:
¿Porqué nunca te dije que te admiraba?
¿Porqué nunca te di las gracias por creer ciegamente en mi?
Ha pasado el tiempo y las cosas que hacemos y que hicimos se quedan allá, en el otro plano. No hace mucho días lloraba por el dolor de no haber hecho las cosas como you había querido, y reconociendo mi ego, me quede más tranquilo. Sin embargo descarté que tú estabas ahí, y que si las cosas no salieron peor, fue porque tú estabas ahí. Fue tu entusiasmo y tus interminables energías positivas las que se contagiaron y las que hicieron posibles que a partir de ese momento algo cambiara para siempre en todos nosotros.
Tu seguiste abriendo puertas para mi y seguimos buscando ese bienestar común, ese deseo de hacer una diferencia para quienes no tienen una esperanza. Estarás en mis meditaciones y tu sueño se suma a los míos y quiero seguir haciendo esa diferencia que tu ya estabas haciendo, que todas tus buenas intenciones y que todos tus buenos deseos por la gente, se materialicen en cosas hermosas y que sigan siendo semilleros de esperanza y de lucha para todas las personas.
Me sorprende tu partida y me duele tu ausencia física, pero entiendo que es ésta, una más de las lecciones que tenías que darnos en este plano, y que de esta forma sólo queda claro que lo valioso es intangible y efímero. Gracias por tocar mi alma y cambiar mi vida aún con tu ausencia, aún en la distancia. Que tu familia encuentre la paz en tu partida y que sepamos aprender de ti lo bueno y vivir por siempre con la sonrisa y el fuego de tu alma.
Q.D.E.P. Eduardo Nava.