Como son los ciclos, como son las cosas que siempre se parecen tanto.
Ahora estoy parando en Once, donde lo de Nico. Once es el barrio que más me gusta de Buenos Aires, no sólo está mi restaurante favorito y la estación de trenes, sino que también se respira mucha diversidad, gente que va y que viene todo el tiempo, todos los productos y las cosas exóticas para comer, sin duda una parada obligada en la Ciudad de la Furia.
Mi siguiente parada será aquí cerca en congreso, en la nueva hermosa casa. Aún no sé que me depara el destino, por fín solté una de las últimas cosas que me hacían parecerme a otros seres humanos, me da un poco de miedo ya no poder conectar con las personas nunca más, igual no tanto miedo.
Como siempre estoy rodeado de gente hermosa que me llena de amor y de cuidados, me siento tan seguro y tan contento como si hubiera vivido aquí toda mi vida. Siento que las cosas se transforman y mi perceción de las cosas se vuelve aún más aguda, casi omnisensible, casi eléctrica.
Otro hermoso atardecer, otra conversación profunda acerca de cualquier cosa, otra batalla ganada contra el egoísmo y el odio. Un momento más de luz radiante y curativa que transforma nuestro planeta. Ya está cerca la luz, ya está cerca el tiempo de la simplicidad y la plenitud. Pero mientras eso sucede, sigamos colgandonós de las paredes y de los tejados, es hora de salir corriendo y gritar por todos lados sin sentido, de mirar hacia arriba y dejarse cegar por la luz del Sol.
Aquí, allá, donde sea; no hay a donde escapar. Ya estamos en el planera de los simios, y ya somos los simios. Igual todo bien, siempre hay algo en la tele para no tener que pensar. Por ahora sólo restar quedarse quietos y respirar, de a poco, no vaya a ser que te pongas creativo y entonces si, quieras de nuevo volver a empezar.