En los efímeros brazos de la ilusión,
descansa un pequeño niño,
sujeta su lonchera en una mano,
y sus ínfimos sueños en el corazón.
Un niño atrapado en un mundo,
en todos nosotros,
la voz en nuestra cabeza,
el orden inexistente que pensamos existe.
Y entre tanto,
y entre todo,
simplemente se pierde.