Una palabra

En la arrogancia no hay poesía,
esos podrían ser auto elogios.

Como no escribirle todo el tiempo,
no pensarle sin detenerse a mirar las señales de alto,
se sentía tan común en los labios,
que cuando era dicho no decía nada.

Dirán otras cosas,
el tiempo,
las cosas,
y esa fusión interminable,
llamada consciencia.

Pero que importa eso,
tanta perfección asusta,
pero me da gusto últimamente,
ya no me detiene el miedo.

Creo que después del miedo,
ya sólo nos detiene la muerte.
y el tiempo.

Nociones de verdad y de arrepentimiento.

Ella no es real.
Has sido engañado por tu ego,
y estas siendo engañado por tu inteligencia,
es tu deseo enfadado el que se ríe de los gestos,
que la desesperación te hace hacer.

Es el personaje de una película neurótica,
lo que te obliga a concebir un mundo,
donde ella existe,
y es perfecta.

Sólo esa noción es aún más impulsiva,
errónea y homogénea,
deslizando los bellos grumos,
que tiene la vida al suceder.

Porqué me hablas de poesía,
desde un lugar común,
pero al mismo tiempo,
desde el mismo lugar que nadie me hablo jamás.

Porqué por más que intento conquistarte,
sólo me conquistas más,
es el pánico a mirarme tan indefenso frente a un espejo,
pero no poderme refrenar,
perdiendo el miedo casi con cinismo.

No entiendo si espero,
para ver si es cierto,
o para ver si no lo es,
sí tan sólo pudiera verte más.