Cubierto de las particulas más ardientes que existen, un grito desde mi garganta atraviesa tu cuerpo, tu alma y tu cerebro. En el instante en que tus timpanos siguen vibrando, nuestros labios se funden violentamente en un salvaje acto de amor.
Mis pupilas se dilatan y mis manos tiemblan, tus ojos se rompen un lagrimas que queman el suelo y engrandecen tu espiritu. Es tal la unión entre los dos que no cabe un segundo entre nosotros. Sólo con palabras no vamos a entender lo que hicimos con acciones. Sólo con acciones vamos a tener palabras que den sentido a nuestras acciones.
Entonces en medio de un mar picado y agresivo, entre las nubes de la tormenta y la negritud absoluta del cielo marino. Me encuentro envuelto entre las llamas, tus cabellos rubios y tus brazos de seda, que escriben con hierros incandecentes sobre mi piel por siempre tu nombre.