Estoy cansadx de que el amor romantico arruine mi vida.
Sé que es mi culpa y que yo dejé entrar todas estas ideas tan absurdas sobre como los seres humanos deberían convivit. Es verdad que es la realidad disponible en los medios masivos de comunicación y que muchos padres inculcan estas mamadas en sus hijos por miedo a que luego «no encajen» en la sociedad, lo cual es tan admirable como escalofriante.
Son mis ideas preconcebidas sobre las cosas fundamentales, las que hoy se están derritiendo ante mis ojos y en el sentimiento de perder una parte de mi, el sindrome de estocolmo por los conceptos que han abusado de mi por más de 25 años.
Medio siglo me ha tomado encontrar el coraje de prenderle fuego a la realidad colectiva para cubrirme la cara con las cenizas de mis propios sueños. Me duele tanto ver como desaparece todo aquello que he pensado que era yo mismx, que era el mundo, sueños que parecían posibles, placeres que parecían deseables.
Sigo agradecidx con toda la magia en la que se envuelven los sucesos más trascendentales de mi vida y de las experiencias que me han dado el valor y la obligación de perseguir esta utopia de transformar mi vida y el universo para que vibremos más alto.
Hoy puedo experimentar todo. Lo mismo, lo nuevo, lo viejo; lo extraño y lo que no sé que deseo experimentar. Estoy viendo como gira una rueda y como pasa por encima de mi lentamente, eternamente.
Renuncio a todas las espectativas de las personas e inclusive a las mias, y decido vivir en abundancia y en gracia del fuego eterno del presente. Babaji los llevará hasta su lugar perfecto en el universo. Renuncio a los acuerdos suscritos en esta vida o en otras vidas y que no esté en función de mi más alto bienestar.
Pero esta tarde también reconozco, que yo mismo soy el objeto del deseo de otros seres humanos, que mi destino es también ser consumidx. Como carne, como alma, como luz y hasta como sombra. Lo mejor es que experimento profundo placer. Placer al pensarlo, y al sentirlo, experimentat la realización y la materialización de la vida sobre mi, sobre mis años, sobre mi carne, mi higado y mis labios.
Ahora que pude abrir mi pecho siento como mis brazos se convierten en alas, o por lo menos aletean como si lo fueran. Ya habrá tiempo de volar, ya habrá tiempo de morir, hoy es este tiempo y yo soy en este tiempo también.
El incansable deseo de consumo, de arder, de comer el fuego hace que inevitablemente todo lo vivo se extinga, sólo para dar vida a nueva esperanza, nuevas respiraciones, nuevos sueños y más deseos de placentero consumo. Y así por la eternidad, así que paciencia.